COMO SIEMPRE, DE SU MANO


Perduran huellas, sensaciones en vivo, marcas de aviso de nueva etapa. Me ha pasado otras veces, es conocido, otros días sentí reminiscencias del dolor en mi cuerpo. Pero ayer fue diferente. Más allá de sus palabras que me lo indicaban era un sentimiento el que lo afirmaba.
En la vorágine en que me introduce la disciplina me di cuenta. Al instante quedé desprovista del control de la situación. De un manotazo apartó mis manos del timón. No me sorprendí pero no había intuido la llegada de mi deseo y por ello lo recibí a tropezones. Quise ser lo que me pedía, lo que mi interior le andaba reclamando a gritos. Intenté no ser queja, probé a aguantar en mi boca mil excusas que anhelaban la benevolencia a la que me tiene acostumbrada. Me herían sus preguntas que no podía contestar sin reconocer el fracaso de mi sumisión. ¿Por qué no obedeces a normas tan sencillas? y nunca lo sé ¿por qué soy sólo palabras? me hace daño reconocerme tan débil. Peleé por descubrir el verdadero agradecimiento, el sincero estado de entrega. Sé que mañana saldrá mejor, brotará más fuerte porque lo llevo dentro, porque usted y yo sabemos que tengo una verdad que escondo en dudas de orgullo.
Me queda lo de siempre, responsabilizarle del camino, pedirle ayuda, que me haga crecer enseñándome, que marque el ritmo frenando mi impaciencia, como hasta ahora ha hecho. Despacito y sin darme cuenta he aprendido muchas cosas, tantas si miramos hacia atras!
Hoy desde dentro, ya parte de usted, sin duda en sus manos, estoy preparada. Su paciencia es amiga de mi imperfección. Soy barro ávido de molde que me muestre el verdadero placer de complacerle.
Es vida, destino y tiempo de disfrute en el paseo... como siempre, de su mano.

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