AYER NO ENCONTRÉ EL DÍA

A veces pierdo el sentido de todo lo que hago. Sin motivos, el día amanece huyendo y con él se va mi imaginación. Yo quedo mirando como se alejan, martirizándome en inmóvil desidia.

Conozco mi tendencia a escapar, a arrancar lesivas fotografías del álbum de mi cabeza. Me basta una orden para obviar los problemas a los que no encuentro solución. No es cobardía, es expectativa o esperanza de visión errónea.
Hasta que el derrumbe llega, entonces salgo a enfrentarme. Me juego sin reservas todo mi andamiaje. Apuesto a la única opción que queda, mas sin miedo porque el tiempo se lo tragó a fuerza de ocultarlo.
Hay algo que nunca consigo evitar, ni siquiera me esfuerzo en disimulármelo.Ya quité la mentira de suerte adversa y bauticé la evidencia. No dejo de preguntarme cuándo, no paro de ensayar el acto de lo inevitable. Actúo en silencio. Decorado de sombras o sol en lágrimas, esperando el aplauso que me pida que vuelva al escenario.
Así ha sido siempre pero ahora tengo sus palabras que me renuevan contratos de obra de vida y el mañana es nueva función.
Hoy, a su lado, me huye el día pero vuelve corriendo cuando ve que muere el ansia de alcanzarlo.
Hoy me ato al presente y abandero el tiempo venidero sin mirar el pretérito que siempre me ha empujado.
Hoy tengo otra casa donde esconderme.
Hoy no soy rincón frágil.
Hoy soy luz encendida.
Hoy le doy las gracias por salvar mi incertidumbre.

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