EQUIPAJE


A veces estorban los sentimientos. Es difícil llegar a está conclusión cuando se tiene la seguridad de que nuestra relación nace de ellos. Es como caminar con una mochila a la espalda. Como el camino es largo, a la vez que lo disfruto también me agota y entonces sólo noto el peso que transporto y lo culpo de lo que me ralentiza. Cada pocos pasos me la acomodo porque ando notando las rozaduras. De vez en cuando, resoplando, me paro. Bruscamente libero mis hombros y con malos modos lanzo la mochila lejos sintiendo un gran alivio.

Mientras descanso ando pensando que es demasiado equipaje, que debería vaciarme de tanto sentimiento. Esto dura lo que tardo en coger resuello porque el recuento me demuestra que nada me sobra. Lo más que puedo hacer es recolocarlos, distribuirlos haciéndolos más livianos. Al fin y al cabo son mi equipaje y ¿quién es capaz de renunciar a lo único que tiene?

Yo de nuevo me he negado, es más, los he ordenado tan bien que sobra espacio para guardar los suyos por si algún día le pesan demasiado.

Aunque pensándolo bien, hace rato que me lleva la mochila.

Vaya, no sirve lo escrito. A no ser que lo que pase es que cargue conmigo enmochilada... Espero no sobrevalorar sus fuerzas.

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