SIMPLEZA AÑORADA


Creé este blog cuando empecé a callarle las palabras. Lo hice para usted, para que lo leyera y entendiera todo aquello que no era capaz de hacer inteligible con mi voz. Ahora mientras lo escribo me doy cuenta de lo dificil que me resulta hacer comprensible cualquiera de mis pensamientos.

Me pasa igual con la vida, tan clara en mi cabeza y me sale en sombras.


Quisiera poder expresarme de forma simple, por ejemplo contar que mientras estoy sentada la postura me obliga a recordar que ayer acabé en sus rodillas pagando negativas. Explicar que pedirle el castigo me lleno de una verguenza tan real que las palabras no querían salir. Decirle que suplicar que me restara azotes fue la sinceridad de mi castigo. Confesarle que esa disciplina es mi sosiego, que me recoloca los valores. Contarle que mientras estoy en el rincón la pared me devuelve el sentido de mi necesidad de usted.


Recuerdo la primera vez que el rincón me llamó en su nombre, aún era juego o eso creía hasta que pasé mis primeros minutos en él. Usted no me veía pero yo le notaba, me quedé más quieta que nunca. Luego tuve que describir mis sensaciones, tan distintas a las de ahora. Como aquella primera sesión donde todo estaba escrito y limitado, donde mi voluntad aun me pertenecía. Todo ha cambiado tanto ¿se acuerda de la palabra de seguridad? ¿se acuerda de los colores del semáforo? cuando me lo explicó me pareció de lo más oportuno pero enseguida quise desecharlo, recuerdo que le pedí que no me preguntara porque me robaba esa sensación real de castigo. Sin saberlo ya había nacido en mí ese deseo de sometimiento, sin ser consciente, en mi interior ya le había coronado mi Señor.


Hace tanto tiempo de eso que es imposible escapar de este sueño, ya es casa... y ya me fui de lo que quería contar. No hay caso, no lo consigo, soy mar revuelta... tal vez otro día.

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