AGARRADA A LA CALMA

Noto que ordené la calma. El viaje se tranquilizó, los baches son ahora diminutos ecos de antiguas zanjas insalvables. Ya no me agarro al miedo para evitar caerme. Aprendí a pedalear con los brazos extendidos, con la seguridad de que no hay distracción que le robe mi cuidado.

¡Cuánto me costo llegar! y que difícil fue.
¡Cuántas tormentas que asustaban!
¡Cuánto revuelo!

Ahora soy feliz sosiego que escucha el ruido sin seguir su ritmo.

Así, parada en la calma, más suya... en la arena.
Ahora la preocupación dibujada en su cara no logra enterrarme, me deja quieta, observándole, esperándole, sin dañar mi entrega.

Así, parada en la arena, dueña de mi lugar... en calma.

La culpa resbalando como agua salada. Yo, usted, la realidad, la fantasía y la añorada paz que esta relación merece. No sé si un día será total, no sé si alcanzará a ser tan real como estas líneas, no sé si será posible el hermetismo que impida la entrada a dolientes pasados pero yo ya encontré mi verdad, a ella me agarraré para disfrutar el tiempo que continúa.

Así, atada a mi quietud de mar en calma. Así creceré a partir de ahora.

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