TODO A SU TIEMPO


Siempre estoy discutiendo con el tiempo, probablemente sea el concepto con el que peor me llevo. Es lento y aburrido en su devenir, me llena de impaciencia hasta tal punto que me rebosan los defectos por su ingratitud. Tanto espero lo que se trae entre manos que de impaciencia desconfío y acabo por denunciarle acusado de estafa una y otra vez.
Siempre queda libre de cargos. Con coartada de omnipresencia se defiende, al fin y al cabo el tiempo continuamente pasa, continuamente llega, continuamente se va... y yo empeñada en no verlo.
Volvió a suceder. De nuevo eran ciertas las predicciones.
Estamos en el camino me decía usted con esa indolencia temporal que le caracteriza, incredulidad era mi respuesta. No conseguía verlo venir, cada vez que me asomaba terminaba en pataleta de cuándo. Ya está aquí, con sus manos llenas de mi voz. Nunca más escondite, nunca más miedo de doler al sonreír, se acabó la prudencia en el orgullo de vivir en sus manos. Correr y saltar por el otro lado del espejo sin más temor que el de caer del columpio de la fantasía que balanceo con ímpetu imprudente, reclamando como niña más, más fuerte mientras usted se confabula con el tiempo a mis espaldas.






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