IDA Y VUELTA


Cuento muchas formas de necesitarle. Ninguna es más importante que otra, en cualquier momento aparecen y reacciono inconsciente a tan distintos estímulos. Al principio no me doy cuenta, no se que ocurre: un mal día, un grado más alto de melancolía, torcida rebeldía, ánimo alto o bajo inmotivado... vaivén emocional agotador. Hasta que me topo con un gesto suyo que seda desequilibrios. Según el día me basta una palabra, un mensaje, un silencio, un tono, un abrazo, una amenaza. En los más complicados la calma me llega con la mezcla de todos, sólo entonces reconozco la causa. Y vuelvo a sorprenderme: le estoy necesitando. Otra vez, igual que ayer. No importa si está lejos o a mí lado. No me canso de perderme. Inagotable como mis reclamos, como su paciencia. Una vez más está, siempre está. No importa el nombre de mi necesidad, usted la reconoce mucho antes que yo. Con palabras que anuncian penitencias me reconduce y me crece una duda ¿adicta a la montaña rusa o al placer de volver de su mano?

0 Comments:

Post a Comment



Entrada más reciente Entrada antigua Inicio