DOBLE FANTASIA


A veces pasa, a veces una imagen me pinta una palabra.
De vez en cuando ocurre, me dejo arrastrar por el orden de una frase.

Así empieza todo, así dibujo mis fantasías.

Azote, castigo, placer. Una palabra, una ventana.

Nada más abrirla el sol ilumina con fuerza la estancia… quizás él esté describiendo el castigo, cambiándole el traje a la amenaza.

Consigo acostumbrar los ojos a la luz y descubro que mi ventana tiene vistas al mar… quizás unidos en el silencio la está acomodando sobre sus rodillas.

La brisa me despeina, me arrastra el pelo, respiro hondo… quizá le esté subiendo su escueta falda, amoldándola a la línea de su cintura.

Recorro el horizonte que se pinta azul, sorpresa grata de tonalidades… quizá cayeron los primeros azotes.

Fijo la vista y distingo vida, aves planeando en bailes de paz… quizás ella haya empezado a moverse en la cadencia de los golpes.

Suena el mar, oigo su compás, cierro el resto de los sentidos para entender lo que el agua cuenta… quizás él la está acariciando, dándola un descanso mientras le regaña con seguridad, descompensada suavidad en sus manos y en su tono.

Me acuerdo del atardecer y busco su estela anaranjada en la planicie azul; cuando la encuentro, sonrío… quizás ella está suplicando, pidiendo perdón, haciendo promesas.

Acabo por sentir el frío que el sol va dejando en su despedida, miró mis brazos, el vello erizado me distrae del paisaje… quizá la ha levantado y la lleva suavemente al rincón, azorándose en el susurro de lecciones aprendidas.

Me quedo quieta en un deseo: quiero cerrar la ventana, abrir la puerta y unirme a aquella pintura… quizá me he soñado protagonista de una palabra.

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