RÁPIDA REALIDAD

La impaciencia siempre corre más que los acontecimientos.

Andaba yo reclamando atención, imaginándome en una espera larga y desconsoladora cuando se me ocurrió gritar alto, claro y gráfico. El título no dejaba lugar a la duda, hasta el idioma acompañaba, consciente como soy del estilo anglosajón que la mano que me guía destila.

Escribí mi post demandante, mandé un correo avisando de que había buenas nuevas porque aunque anteayer fuera el día de los santos a este blog muerto hace tiempo que dejamos de traerle flores. Satisfecha empecé a figurarme la respuesta intentando ponerle freno a la ficción ya que conozco mi tendencia a desbordar fantasías.

Diez minutos después de mandar el correo informativo tocó ir a casa a comer, decidí que en los postres le despertaría la curiosidad con la sencilla frase "te he mandado un correito" (Está bien, lo asumo, a ratos parezco una spankee de telenovela cursi)pero pasó que con el estómago lleno siempre veo las cosas de otra manera y lo único que veía era una reconfortante cabezadita antes de tener que volver a mis obligaciones laborales. Decidí posponer dialogo y consecuencia.

Me disponía tan feliz hacía la cama cuando me encontré al lobo feroz sentado en ella. Juro que si llego a oír ¿Dónde vas caperucita? no me hubiera sorprendido tanto como me sorprendió verme en segundos con el pantalón del pijama a media pierna. Cayeron los azotes entre una retahíla de regaños y excusas. En no sé que momento una zapatilla apareció en su mano mientras yo aparecía en sus rodillas. La picadura de los azotes anula mi razonamiento y soy incapaz de dar una respuesta correcta a cualquier pregunta, lo que me valió el premio de unos cuantos extras. Hasta que no terminó la ráfaga y me noté a salvo no pensé en la rapidez y eficiencia con la que había cumplido mis deseos ¿estúpidos deseos? me preguntaba desde el calor de mi trasero.

Has leído el correo y el post ¿no?

¿Me has mandado un correo?

Cuando una pregunta contesta a otra pregunta algo va mal.

¿Podía ser cierto? ¿Podría ser posible que otra vez hubiera hablado de más? No sólo era cierto sino que la impaciencia de nuevo me puso en evidencia. En una de estas aprendo a callarme y a mirar la realidad con los ojos que bien merece. Dar las gracias por un castigo siempre me ha parecido parte del castigo. Esta vez me sonaron a premio.

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